Es tiempo de vacaciones y no hay mejor sensación que la perspectiva de un descanso bien merecido, algunos helados bajo el sol y de pasar un tiempo estupendo con tus seres queridos.
Pero todo tiene un coste. De ello fui testigo en el inicio de mis vacaciones familiares el fin de semana pasado; un coste que me hizo pensar en el equilibrio de poder en cualquier conflicto, y cómo todo puede cambiar justo cuando uno menos se lo espera.
Fue un comienzo tranquilo y familiar. De hecho, un inicio que mi familia parece intentar repetir cada vez que nos vamos. Duermo mal la noche anterior, normalmente debería ser un ejercicio logístico sencillo: "colocar el equipaje y la familia en el coche y estar listo para salir hacia el aeropuerto antes de las 06:25". De alguna manera esto se convierte en algo que desafiaría hasta a la mismísima NASA. ¿Por qué no tenemos una lista de verificación como cualquier ascenso a la luna? ¿Por qué preguntamos si todos tienen su pasaporte 12 minutos DESPUÉS de que nos hayamos marchado de casa y ya estemos parados en un atasco? Y…¿De quién fue la idea de reservar el vuelo con la aerolínea más odiada del mundo? ¡¡¡Oh maldita sea, la mía!!!
Y es entonces cuando comienza la diversión. "Llámenos 30 minutos antes de su llegada" indica la letra pequeña microscópica en el documento informativo de nuestro proveedor VIP elegido para dejar nuestro vehículo. "Me faltan 26 minutos", declaro con nerviosismo. "Eso debería estar bien, haré lo que pueda". Al teléfono de la compañía responde Stuart, quien pronto será mi gran enemigo. Como negociador profesional, estoy capacitado para reconocer señales, generalmente pequeñas comunicaciones no intencionadas que envían mensajes de flexibilidad o, en este caso, una ineptitud monstruosa: "Debería" sugiere que no es algo definitivo y "Hacer lo que pueda" que tal vez no sea suficiente.
Sin embargo, llegamos y, en breve, apareció un conductor amistoso que nos quitó el coche para conducir un rally (o como dicen, para estacionarlo en un lugar seguro dentro del aeropuerto). Nuestra fecha límite de registro fue de a 11 minutos del límite establecido por la compañía, fue en ese momento cuando compartí la noticia de que regresaría un día antes de mis vacaciones y que tendrían que cambiar los detalles de la reserva. En este momento, no había abordado el tema del reembolso del día que sobraba. La llamada a Stuart resultó sencilla, el Director de Arruinar el inicio de las vacaciones de todos nosotros, quien dijo que mi cambio sugerido supondría una tarifa de administración de 20€ en efectivo. "Déjame hablar con él", insistí y asumí una postura pro negociadora. ¿De verdad me vas a cobrar 20€ por acortar mi estacionamiento, cosa que te pregunté retórica e incrédulamente? (primer error), "eso es algo oportunista, ¿no?", continué, (enfocado en mi posición negociadora) y fue entonces cuando la conversación ascendió de tono como un cohete. Una diatriba que convirtió el teléfono del amable conductor de la conversación en un altavoz e hizo que la mayor parte de nuestra familia se sonrojara. Yo me retiré bastante. Una vez que había acabado la charla sobre el impacto que el final de la temporada de vacaciones había tenido en la industria de servicio VIP y lo ofensivo que era usar ese tipo de lenguaje (¿oportunista?) Me dio un milisegundo de respuesta, aproveché el poder del cliente y tomé la delantera, dejando caer cómo podría arruinar su negocio con uno o dos comentarios de su página de Google.
Y entonces él me atrapó. Me capturo en el momento en el que me encontraba con una postura más arrogante e indignado. Con 7 palabras. "Ve y aparca tu propio coche entonces". A menos 3 minutos para el check-in. No había otra opciones, él me tenía capturado, había que asumir la postura. Yo sabía que había sido golpeado y derrotado así que le entregué un billete de 20€ y le rogué con mis ojos al conductor. Afortunadamente, se encargó de los trámites pero mirándome a la cara me dijo: "eso no fue amable, ¿verdad?"
El comportamiento emocional, el puntuar correctamente y el lenguaje inflamatorio son enemigos de la resolución de conflictos, incluido en una negociación. Escuchar, usar un lenguaje bien elegido y un momento para pensar son las mejores herramientas que podemos utilizar.
Necesito unas vacaciones…