Siempre se ha dicho que la negociación es un arte y, la verdad, a veces lo parece. Puestos a buscar similitudes, la negociación del Brexit por parte de la Unión Europea con Gran Bretaña se va a acabar pareciendo a una sevillana.
Las sevillanas tienen cuatro partes que se bailan de manera diferente, dentro del marco de lo que es un baile flamenco. En la negociación del Brexit también podemos identificar cuatro partes.
Una vez confirmada la firme voluntad por parte de Gran Bretaña de proceder a la ruptura con la Comunidad Europea invocando el artículo 50 del Tratado, las parejas se preparan para el baile.
La primera sevillana que se ha bailado (con no demasiado salero) es aquella en que las partes enseñan sus incentivos y sanciones. Estos son todas aquellas acciones que uno puede emprender y son de valor para la otra parte (incentivos) o aquellas acciones que la otra parte desearía evitar (sanciones). Desde el lado de la Unión Europea, se han repetido hasta la saciedad las ventajas del mercado único, de la libre circulación de personas y mercancías, pero también se ha advertido a la parte del coste de la separación. Por su parte, Gran Bretaña ya ha anunciado que su política fiscal será la necesaria para proteger sus intereses, no excluyendo la conversión en una especie de paraíso fiscal.
El objetivo de mostrar incentivos y/o sanciones es la búsqueda del interés de la otra parte y llegado el punto, si no aparece tal interés, sentarse a negociar sabiendo lo que puede estar en juego. Eso puede provocar una cierta dosis de prudencia en la otra parte.
La segunda sevillana lleva algún tiempo sonando. Tiene que ver con el intercambio de información y, en particular, con la estructuración de expectativas que no es otra cosa que lo que las partes esperan sembrar en la cabeza de la parte contraria. Así, Gran Bretaña ha repetido hasta la saciedad que quiere mantener unas relaciones cordiales con la Unión Europea, algo así como seguir perteneciendo para todo lo bueno, como si nada hubiera pasado, pero ahorrarse los inconvenientes del libre tránsito de personas y la aportación económica. La respuesta de La Unión Europea ha sido taxativa y en dirección contraria, Brexit es Brexit. También en esta segunda parte podemos incluir toda la puesta en escena, el establecimiento de la agende negociadora, los equipos que van a intervenir, portavoces, etc.
Ahora empieza la tercera, los equipos negociadores se sientan a la mesa con el bagaje de las dos primeras, conocidos incentivos y sanciones y recibidos los mensajes que una y otra parte se han dirigido, llega a la hora de dar los primeros pasos. Esos pasos constituyen lo que llamamos la Declaración de Apertura. En ella se pueden exponer, entre otros, los siguientes elementos: el resultado que se espera de la negociación, algún punto No Negociable que quiero preservar desde el minuto 1, fechas límite, el tono de la negociación, etc. Hace unos días, Theresa May anunciaba su declaración de apertura, un plan de 12 puntos que a modo de resumen venía a decir: “Esperamos un acuerdo positivo para todas las naciones que componen el Reino Unido y también para el resto de socios europeos. Buscamos una asociación nueva y positiva entre el Reino Unido y nuestros amigos y aliados en la UE”.
Por parte de la Unión Europea, esperamos una Declaración de Apertura que vaya más allá de una declaración de buenas intenciones. Desde mi punto de vista, el planteamiento debería ser: “Negociemos en primer lugar la salida efectiva del Reino Unido de la Unión Europea y coste que deben asumir por ello que nosotros estimamos en… (Proponer una cifra y a continuación los argumentos y referencias, leyes, etc. Que permitan defender ese importe) y que se llegue a un acuerdo en el plazo de dos años previsto en la ley.
Una vez resuelto esto, entonces negociemos un acuerdo comercial bilateral que fácilmente puede tardar entre seis y siete años, como fue el caso del acuerdo con Canadá. Y mientras se llega al acuerdo, aplíquese el trato que se le da a otros socios preferentes de la Unión Europea, ¿Marruecos?, ¿Suiza?
Ese posicionamiento responde a un doble objetivo: cerrar un buen acuerdo para nuestros intereses y, sobre todo, enseñarle lo tortuoso del camino a otros potenciales desertores del Tratado.
Y en la cuarta, los lances definitivos: una vez se inicien las rondas de negociaciones, se sucederán las propuestas y contrapropuesta por cada una de las partes, habrá tiras y aflojas, desencuentros, uso de la prensa por una parte y otra parte, variables en las que sea imposible llegar a un acuerdo, condiciones inasumibles para una y otra parte, y, poco a poco, un camino se irá abriendo paso.
Mi petición es que la Unión Europea tenga claro sus Principios Guía, proteja adecuadamente nuestros intereses a corto y largo plazo y se arme de paciencia porque quedan por delante muchas idas y venidas. Como decía un político británico, estamos en el inicio de la negociación más trascendente de nuestra generación.
Continuará…