La navidad es un momento difícil para los padres. ¿Negocia con sus hijos para que se comporten? Todos lo hacemos, y ellos son muy buenos negociadores.
Todo lo que necesito en Navidades es un poco de descanso. Pero, como padre de dos hijos, me temo que es un deseo harto imposible... La Navidad, sin duda un periodo precioso, es tiempo también de mantener la cabeza fría cuando se aproxima la hora de hacer los regalos. Los niños y la Navidad, como los presupuestos y los recortes, van de la mano y el enfrentamiento ante las dotes negociadoras de nuestros hijos es inevitable.
Mumsnet.com, una nueva página web que a través de un foro ayuda a los padres a criar a sus hijos, realizó una encuesta en la que preguntaba qué estrategias utilizan los padres para convencer a sus hijos. El 85% respondió que utilizaban la negociación con sus hijos, más de los que utilizan el método tradicional de simplemente decir que no.
Además, de aquellos que utilizan la técnica de decir que no, el 75% afirma que al final acaban cediendo en su posición. El 51% lo hizo porque no tenía tiempo y el 46% porque ya no podían soportar el ruido.
¿Se debe a que los padres hemos perdido el tranquillo o es que los niños son unos verdaderos ases de la negociación?
Lo cierto es que los padres de hoy en día están criando a la mejor generación de negociadores que el mundo ha conocido. Desde los dos años, los niños aprenden a negociar sobre todo, desde qué comer hasta qué ropa ponerse.
Cuando se hacen mayores, negocian dónde y cómo hacer la tarea y qué actividades extra-escolares hacer. Ya en la adolescencia, sobre a qué hora volver de marcha o quién se queda el coche.
Hagamos pues una lista de las aptitudes que pueden apreciarse en los niños y que los hacen tan buenos negociadores:
1. Lo primero es ser creativo. A los niños no les importa que las distintas concesiones que están dispuestos a hacer y a obtener no estén interconectadas. Esto me recuerda la historia que me contó un amigo sobre su hijo Tom. A Tom le obligaban siempre a terminarse las alubias los domingos para comer, lo que solía terminar en lloros. En diciembre, Tom le preguntó a su padre a ver si le podía comprar la Play Station para Navidad a lo que su padre opuso un poco de resistencia. Tom le hizo inmediatamente una propuesta: “Papá, si me compras la Play Station, te prometo que me comeré las alubias todas las semanas”.
¿Qué tenían que ver la Play Station con las alubias? Absolutamente nada, pero Tom fue capaz de ver que lo de las alubias era importante para sus padres y lo supo aprovechar: precisamente porque era importante para ellos pudo sacar algo a cambio.
Ser creativo no es tarea fácil, así que antes de una negociación es necesario prepararse y hacer un “brainstorming” de todas aquellas cosas que sean susceptibles de ser negociadas. Intente, sobre todo, buscar cosas que tengan un gran valor para la otra parte pero un coste pequeño para usted.
2. Asegúrese de ser constante. Si cambia de idea demasiado rápido en el fragor de la discusión esto llevará a que, siempre que haya un desacuerdo, la otra parte aumente la presión para conseguir hacerle cambiar de parecer.
Imaginemos: “Pórtate bien que voy a hacer una llamada y te doy una galleta”. “Quiero dos galletas”. “Vale, dos galletas”.
¿Qué hemos conseguido? La próxima vez que queramos cinco minutos de tranquilidad la negociación empieza ya con dos galletas. Además, ha sentado el precedente de que si está nervioso está dispuesto a ceder rápidamente.
No olvide tampoco trabajar en equipo. Muchas madres se quejan de que mientras ellas castigan a sus hijos por una travesura, los padres se ponen a ver la televisión con ellos. Es necesario ser persistente y enviar un mensaje claro. Si cede en su posición, y en ocasiones tendrá que hacerlo, obtenga siempre algo a cambio. Recuerde que la negociación es un proceso de intercambio, no una forma de rendirse lentamente.
3. Preguntar lo que se quiere. Los niños son muy claros sobre lo que quieren y no tienen miedo de preguntar por ello. Sirva como ejemplo la carta a los Reyes Magos. Conforme nos hacemos mayores, somos menos directos y parece que nos da miedo que nos rechacen. Cuando esté negociando, acostúmbrese a que la otra parte le diga que no, es algo positivo. Significa que está siendo ambicioso en sus pretensiones. Para los niños, un “no” no es el final de la negociación sino sólo el principio.
Y aquí es donde volvemos al tema de la creatividad. Cuantas más variables hayamos estudiado más fácil será hacer concesiones que permitan dulcificar el acuerdo final.
4. Cuidado con las amenazas huecas. Destruyen toda su credibilidad. Un amigo mío le dijo a su hijo que si no paraba de correr por el pasillo le tiraría por la ventana. Una vez pasado el susto inicial, siguió corriendo sin parar. Se había dado cuenta de que la amenaza de su padre era baldía y por tanto su padre quedó como un tonto. Las propuestas o amenazas irrealizables no ayudan a resolver el conflicto sino a agravarlo. Sin embargo, muchos padres
reconocen que muchas veces utilizan con sus hijos amenazas que saben que no pueden cumplir.
Las amenazas y las sanciones pueden ser eficaces en una negociación. Pero utilícelas con moderación y sólo cuando sepa que puede llevarlas a cabo.
5. Haga muchas preguntas. “¿Por qué, por qué, por qué?” Cualquiera que tenga un hijo de tres años sabe que una vez aprendidas estas palabras las utilizarán de manera compulsiva. Los niños quieren comprender y empaparse del mundo que les rodea. “¿Por qué no puedo tener un pony estas Navidades? ¿Por qué, por qué, por qué?” No se preocupan por parecer idiotas repitiendo siempre la misma pregunta. Actuar como un tonto pero pensar de forma inteligente es siempre un buen consejo.
Los buenos negociadores hacen muchas cosas que a los niños les surgen de manera natural. No hace falta que se tire al suelo pataleando, pero utilice algunas de las ideas que he explicado.