Lo mejor acerca de la negociación es que permite a la gente – a menudo de diferentes orígenes y posiciones – reunirse y llegar a acuerdos con beneficios a largo plazo para ambas partes. No tiene por qué estar de acuerdo en hacer negocios o firmar acuerdos. El proceso de intercambio permite a los participantes aparcar sus diferencias.
Lo curioso es que la negociación es después de un periodo de conflicto, cuya resolución ha fracasado al utilizar otros métodos de resolución de conflictos. Cuando la gran guerra termino en 1918, la parte vencedora impuso unos términos draconianos a la parte perdedora que muchos creyeron que la segunda guerra mundial era una continuación de la primera. En ese caso los ganadores impusieron su voluntad (como era su derecho al ser los vencedores) en detrimento de la paz a largo plazo. Una economía en ruinas; personas oprimidas y marginadas, inflación – por lo tanto fueron las semillas sembradas para gusto de Adolf y su banda que, y no dejen olvidarse de esto, fueron elegidos al poder (aunque a la cabeza de un gobierno minoritario) en 1933. Se aseguraron un 43,9% del voto popular, tan pronto como el proceso democrático les había dado lo que querían, por supuesto, hasta allí llegó la democracia, hasta después de la segunda guerra mundial.
Las negociaciones posteriores a la segunda guerra mundial fueron llevadas a cabo desde un punto de vista más humano y Alemania se les dio los medios para progresar, como poder político y económico.
Cuando la gente se siente oprimida y sin valor, se levantaran – algunas veces lo único que necesitan es una excusa. La actual ola de terrorismo en Europa se basa en el odio a las democracias occidentales y todo lo que ello representa y se justifica en aras de una interpretación fanática del islam, que la mayoría de los musulmanes simplemente no entienden. Todo esto engendra una especia de irreflexiva y poca inteligente respuesta de varias organizaciones de tipo “nacionalista” que azotan cualquier cosa que ellos perciben como diferente – ya sea religión, color, o nacionalidad. Los monos desearían estar a cargo de la “Tea Party” pero afortunadamente aún no lo son.
Si nos fijamos en la situación en la costa sureste del Norte de América, se pueden ver dos países, Cuba y Estados Unidos, que no han hablado lo más mínimo en cincuenta años. Cada uno tiene una visión completamente distinta de lo que constituye “derechos humanos”. Los cubanos se niegan a reconocer que los americanos tienen algún derecho a hablar con ellos sobre el tema durante el tiempo que existió la prisión de Giantánamo. Los estadounidenses se ven a si mismos como la tierra de la libertad. Entonces, ¿qué ha sucedido? La necesidad económica; las realidades políticas; el fracaso de una falta de comunicación han conspirado para que ambas partes se den cuenta de que “la mandíbula, la mandíbula y no la guerra, guerra”, como lo dijo Churchill en la casa blanca en 1954.
Ninguna de las partes se puede ver como perdedora, así que la negociación parece ser el mejor camino a seguir. Hay que olvidarse de tratar de persuadir a la otra parte de que están equivocados; hay que reconocer que imponer nuestra voluntad fuerza a la otra parte a rendirse; pensar en un instante sobre la solución de problemas inmediatos, y luego negociar una solución a largo plazo.
Esto, por supuesto, es difícil y obliga a las personas a enfrentar sus diferencias, y en cierta medida, perdonar y olvidar. En Irlanda del Norte han confrontaciones ocasionales, pero en ala actualidad se encuentra mucho mejor que hace treinta años. Siria, Afganistán, Iraq, Irán han pasado por el dolor – al igual que sus enemigos, de solucionar problemas, a la negociación de soluciones a largo plazo que dan esperanza.
Ah - ¿podemos olvidar la religión como excusa? Católicos, protestantes, Shias, Sunnites, y todo el resto; que hagan lo que quieran hacer – simplemente no molesten al resto con sus tonterías y dejen de intentar convertir al resto a su manera. Y esto podría ser el punto de partida para otro blog…
Robin Coplan