Sinceramente, no sé cuántas ciudades tienen tranvías. Sé que en el Reino Unido, hay unos pocos y algunas de las redes son extensas. Manchester y Sheffield, por citar solo dos, tienen líneas que van por todas partes, y sé que están siendo bien utilizadas, tanto que viene de ser anunciado una importante actualización.
Edimburgo se une con orgullo a estas dos ciudades y, por supuesto, muchas otras ciudades europeas tienen su propio tranvía – iba a utilizar la palabra “red” pero no sería del todo cierto; la palabra “línea” podría ser mejor. Les puedo decir, sin haber realizado ninguna investigación y sin riesgo a equivocarme, que la línea de Edimburgo está por encima de todas las demás líneas – en su coste por kilómetro.
Estos son los hechos:
- Uno: la línea (drásticamente reducida de los planes originales) va desde el aeropuerto a York Place en el centro de la ciudad.
- Dos: tiene una distancia de 14 kilómetros.
- Tres: costo asombrosamente £776m de libras, para su construcción, lo que significa que…
- Cuatro: que cuesta £55,43m por kilómetro.
Y esto, por cierto, sucedió en Escocia, donde se guardan celosamente los centavos, para que las libras se puedan cuidar por sí mismas. O al menos, lo hacemos hasta septiembre, cuando votamos por la independencia, habrá una negociación interesante en el uso continuado de la Libra Esterlina.
Además, y sólo para poner un poco de color a la mala gestión que prevaleció durante la puesta en marcha y la construcción del proyecto, la línea no aporta nada a la infraestructura de transporte de la ciudad.
- El aeropuerto cuenta ya con un fantástico servicio de autobús que lleva a sus pasajeros al centro de la ciudad en menos tiempo que lo hace el tranvía;
- Cierto, hay una estación de enlace en la estación de tren de Haymarket de la ciudad, pero criminalmente no hay ningún enlace a la estación principal, Waverley en el centro de la ciudad – a pesar del hecho de que existe rampas de entrada y salida de la estación que podrían haber sido fácilmente adaptadas para dar cabida a los tranvías.
- No se pueden transportar bicicletas en el tranvía, por lo que, si su idea era ayudar con el tráfico de las calles, no ayudará de mucho.
- Para una gran parte de su recorrido por la ciudad, la línea pasa por una zona industrial y de oficinas – los ciudadanos no harán ningún uso en particular de estas instalaciones.
Es una pena; me temo que los ciudadanos honestos de nuestra gran ciudad, no utilizaran el tranvía, y no harán nada de lo que se necesita saber – es decir, extender la línea a Leith y Granton. Continuara haciendo su recorrido, tocando su campana y seguirá siendo visto por lo que es – una irrelevancia; una irrelevancia cara.
Hay por supuesto, algunas lecciones que se pueden sacar de todo esto – lecciones que cualquier negociador que se aprecie tendría que prestar atención.
- Tener una visión y asegurarse que todas sus negociaciones siguen el mismo camino que su visión estratégica.
- Compare continuamente la visión contra las demandas del mercado proyectadas – para no ser arrastrados a un proyecto de vanidad.
- Asegúrese de que negociadores competentes y profesionales, están a cargo de cualquier reunión entre la parte contratante y sus contratistas.
- Firme contratos comerciales de forma estanca con cláusulas de penalización incluidas.
Bastante fácil en retrospectiva.
Ah – y otra cosa: no permita, bajo ningún concepto, que los concejales de una ciudad estén cerca de una mesa de negociación.
Robin Copland