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De Todos Modos, ¿De Quién es La Culpa?

Robin Copland

Cuando las empresas son buenas al dar un servicio, es conveniente darles mayor negocio. Ofrecen una ruta eficiente para el mercado; dando a los proveedores la oportunidad de hacer una sola gran entrega en vez cuatro o cinco pequeñas; sus campañas de marketing son habituales y atraen a más clientes a través de sus – a veces – puertas electrónicas.

Desde la perspectiva de los consumidores, que proporcionan un servicio de “todo en un lugar”, que ahorra tiempo, problemas y complicaciones. Con el tiempo, tienen su sede en grandes espacios verdes a las afueras de las grandes aglomeraciones urbanas, con un montón de aparcamiento, que hacen la experiencia de compra un poco más soportable. Así alrededor de cada Tesco/ Asda/ Morrisons/ Sainsbury/ Walmart o Carrefour, hay una línea de comercios que aprovechan la línea de marketing como KFC/ McDonalds/ Taco Bell/ W H Smith/ Boots the Chemist, podría seguir con la lista.

Práctico, fácil y totalmente en sintonía con nuestro movimiento rápido de consumo de nuestra sociedad perezosa. Mientras tanto, por supuesto, en nuestros centros urbanos moribundos, todos se lamentan de lo poco variado que es.

Y vamos a ser francos, querido lector, es todo culpa nuestra.

Todos compartimos la culpa porque lo que ha sucedido es que hemos entrado en una situación en la que los minoristas tienen la última palabra: nos dicen lo que queremos comprar; hacen una investigación y nos dan la zanahoria perfecta; nos casamos con sus clubes de puntos. Absolutamente no voy a permitir que el gobierno, a quien he elegido, me emita un documento de identidad, por miedo al “Gran Hermano”, pero mientras tanto, voy a dar todos mis datos personales a un proveedor no electo de comestibles y otros productos para que yo pueda obtener 1p por cada 20 libras de mi factura de supermercado ya inflado. La ironía de todo esto es impresionante.

Y como digo, todo es culpa nuestra.

Los proveedores se lamentan que hay rutas limitadas a los mercados; argumentan en contra de la imposición de los términos y condiciones que, más a menudo, quiere decir que el minorista ha recogido el dinero del consumidor final, e ingresan el dinero en los bancos, algunas veces su propio banco, antes de discutir sobre el crédito y retrasar el pago al proveedor (que hizo las cosas y que ya ha pagado por la producción de los bienes) después sin exigen muchos días de crédito para que el proveedor pueda poner sus productos en sus lineales.

Y está sucediendo ahora en el mundo en el mundo de los libros. ¿Por qué preocuparse de comprar libros en una librería cuando puedes comprarlo electrónicamente por Internet? ¿Por qué en realidad? Cortan los intermediarios; cierran un par de tiendas en el centro, no dejan que el cliente vea el producto final; simplemente se les muestra fotos y le dicen lo bueno que son. Mejor aún, inventan el libro electrónico, etc., etc.

En “The Gardian” del 25 de junio de 2014, Alison Flood, ex director de la revista “Bookseller” (¿os he dicho que los periódicos electrónicos han dejado fuera a las agencias de publicidad de medios?) escribe sobre la lucha entre libreros y Amazon. Amazon está poniendo bajo presión a muchos editores, para introducir nuevas condiciones.  Entre las condiciones se incluyen que “si un libro se agota en la editorial, Amazon tendría el derecho de suministrar sus propias copias a los clientes a través de sus instalaciones de impresión bajo pedido”, y que “los libros no se pueden vender por un precio más bajo que en Amazon, incluyendo la propia página web del editor”.

¿Discúlpeme? Lea de nuevo la última condición de nuevo.

La verdad del asunto es esta. Si nosotros permitimos que el equilibrio de poder en una relación oscile demasiado a favor de una de las partes, a continuación, van a empezar a explotar su posición. Además, van a empezar a creer que lo que ellos están insistiendo es justo y adecuado.

Hay una moral en alguna parte de todo esto. En los viejos tiempos, solíamos creer en “caveat emptor” ("Cuidado por parte del comprador”). Ahora, creo que tal vez debería ser reescrito como “¡Que el consumidor y el proveedor tengan cuidado!”.

Y como digo, todo es culpa nuestra.

 

Robin Copland

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