En este momento la economía de Suiza esta en auge, y el desempleo es bajo, pero muchos se preocupan por un problema que se avecina, es decir, la inmigración. El año pasado 80.000 nuevos inmigrantes llegaron a Suiza, con una población global relativamente pequeña de unos 5 millones, donde los extranjeros representan el 23% de la población. Es la segunda mayor población extranjera en el continente, después de Luxemburgo, donde un 42% son inmigrantes.
Los suizos votaron para poner de nuevo las estrictas cuotas de inmigración de los países de la Unión Europea, la semana pasada. Los resultados de la votación, mostraron un 50,3% a favor de imponer los límites. El voto invalida el acuerdo de Suiza y la UE en materia de libertad de movimiento, una de las cuatro “libertades” clave que constituyen la circulación de mercancías, capitales, servicios y por supuesto personas. Por supuesto a ellos quieren seguir manteniendo los otros tres.
El ministro de finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, dijo que la votación podría causar “una serie de dificultades para Suiza”, y el ministro de relaciones exteriores de Francia, Laurent Fabius dijo que “Suiza se lastimara, al encerrarse en si misma”.
Suiza ferozmente independiente no es miembro de la UE, pero ha adoptado gran parte de la política de la UE y de los beneficios que aporta. Parece sin embargo que no les gusta tener que tirar del carro cuando existen costes de estos beneficios.
Viviane Reading, vice canciller de la Unión Europea (y residente de Luxemburgo) no parecía contenta con los suizos, y de hecho muchos europeos se sienten de la misma manera. Ella dijo que si uno quiere lo bueno, también debe aceptar las cosas que no le guste tanto. También insinuó que uno debe tener todo el queso y no solamente el que tiene agujeros.
Para mí, los suizos pueden hacer lo que quieran con su país. Si ellos no quieren que sus compañeros europeos se desplacen a Suiza, tienen todo el derecho de limitar el número de inmigrantes que entran en su país. Sin embargo, esta elección debe tener consecuencias. Los suizos no deberían ser capaces de tener las dos cosas. Si no aceptan las condiciones, entonces no pueden beneficiarse del gran mercado único con la libre circulación de mercancías, capitales y servicios.
Si ellos desean limitar unilateralmente el número de inmigrantes, también deben pensar en que deben realizar concesiones en algunas otras áreas, para asegurar que este movimiento sea más aceptable para el resto de Europa. ¡El chocolate gratis, seria una buena idea!
Muchas veces en nuestras negociaciones, imponemos condiciones en nuestra aceptación del acuerdo. “Por supuesto que voy a limpiar mi habitación papá, si me acercas en coche al pueblo”. “Ciertamente el volumen aumentará, si me das este mejor precio”. El problema es que la otra parte acepte y de alguna manera ignore la condicionalidad.
Si se les deja salirse con la suya, ellos sin duda lo harán.
Alan Smith