En la semana en que el Gobierno Británico no pudo obtener el acuerdo para emprender una acción militar en contra del uso de armas químicas en Siria, leí acerca de un fenómeno interesante que podría ayudar a explicar el fracaso, y que debería preocupar al Presidente Obama que sorprendentemente ha utilizado la misma estrategia de alto riesgo, en su caso preguntar al Congreso antes de tomar una acción militar.
El fenómeno se llama “Sesgo de Omisión” y fue citado por Daniel Finkelstein en un artículo de opinión que escribió para el Times de Londres el 28 de agosto. Lo ilustro con el siguiente ejemplo: imagine que hay una epidemia de una enfermedad que afecta a los niños. La enfermedad provoca victimas mortales – 10 niños mueren de cada 10.000 que se contagia. Entonces alguien inventa una vacuna contra esta enfermedad. Sin embargo, la vacuna tiene un efecto secundario conocido que lleva a la muerte a 5 niños de cada 10.000 que están vacunados. ¿Vacunaría a su hijo?
El Sesgo de Omisión sugiere que muchas personas se niegan a vacunar a sus hijos, porque sienten que no hacerlo (aunque sepan que tendrá como resultado una tragedia) es mejor que hacer algo y sentir que han participado activamente en una tragedia, aunque en una escala más pequeña.
Así, entre la abundancia de explicaciones que los políticos dan como razón para no querer que el Reino Unido se involucre militarmente en Siria, es probable que el Sesgo de Omisión juegue su parte. No hacer nada puede producir un desastre, decían ellos, pero al menos tenemos las manos limpias, mientras que si participamos y hay un desastre, podríamos ser vistos o vernos a nosotros mismos, como culpables.
De hecho, el Sesgo de Omisión es un subgrupo de un dilema ético llamado El Dilema del Tranvía. Un tranvía corre fuera de control por una vía. En su camino se hallan cinco personas atadas a la vía por un filósofo malvado. Afortunadamente, es posible accionar un botón que encaminará al tranvía por una vía diferente, por desgracia, hay otra persona atada a ésta. ¿Debería pulsarse el botón?
Una vez más la percepción es de culpabilidad. La inacción conduce a 5 muertos, pero no es por su culpa – ellos estaban predestinados. Su acción de accionar un botón conduce a una sola muerte, pero usted esta involucrado. ¿Sería capaz de vivir con la culpa?
Muchos negociadores sufren del Sesgo de Omisión. Puede suceder al final de una negociación difícil, en la que cada concesión ha sido muy disputada y cada movimiento se realizo de mala gana. Pero con el tiempo las partes se acercan y llegan a un acuerdo. Entonces una de las partes reconoce que su central ha cometido un terrible error en sus cálculos, por el que su margen se ha visto disminuido. ¿Lo obvio que se debe hacer? Admitir el error y reiniciar la negociación. ¡Pero no lo hacen! Prefieren irse con el mal acuerdo. ¿Por qué su reticencia a hablar? Probablemente, al menos en parte, es el Sesgo de Omisión. Tomar parte de la acción y reabrir la negociación puede producir un desastre – todo la negociación puede terminar en un desastre. Así que prefieren callar y vivir con lo que probablemente es un mayor desastre – un acuerdo inútil – pero que no es por su culpa. ¡De locos!
Tal vez de aquí viene la expresión en ingles “off your trolley”, que quiere decir “Estar mal de la cabeza”.
Stephen White