El equipo de voleibol de mi hija de 14 años recibió nuevo equipamiento para esta temporada (pantalonetas y camisetas sin mangas). Nuevo estilo, nuevos materiales, ¡y nada barato!
Tras el primer partido, las chicas se sintieron un poco avergonzadas por el enorme cerco de sudor que quedaba en la zona de las axilas, ¡visible sin tan siquiera levantar los brazos! Después del pitido final, fueron corriendo ponerse una sudadera para cubrirse. Nunca había sucedido algo parecido con otra equipación.
Decidí escribir al proveedor para intentar solucionar el problema. "Cuanto antes, mejor", pensé.
Le expliqué la cuestión, recordé que el club era muy buen cliente (había equipos de otros deportes que también le compraban la equipación) y le dije que el problema era tan grave que podría hacer plantearnos el cambiar de proveedor.
Le formulé una propuesta que contenía dos opciones: bien cambiaba gratis las camisetas por unas nuevas y devolvíamos las antiguas (poco útiles para él porque ya tenían el nombre del equipo); o alternativamente, nos hacía un 50% de descuento en unas nuevas camisetas y nos quedábamos las antiguas por ejemplo para entrenar.
Respondió inmediatamente aceptando la segunda propuesta, que es la que nosotros también preferíamos.
Una situación similar se ha planteado recientemente en las negociaciones entre la compañía ferroviaria Virgin Trains y el Gobierno británico. Virgin, y su competidor First Group, habían lanzado ofertas al Gobierno para cubrir la línea Londres-Glasgow. Virgin, que llevaba diez años como concesionaria, perdió el concurso. La compañía alegó que la decisión del Gobierno era errónea. Parecía que simplemente estaban comportándose como malos perdedores, pero transcurrido el tiempo el Gobierno admitió un error en el análisis y reabrió el concurso.
El problema era que el contrato actual con Virgin terminaba antes de que el nuevo concurso fuera adjudicado. ¿Qué se podía hacer en el ínterin?
Virgin propuso prolongar el contrato durante el período, algo que no era del agrado del Gobierno puesto que suponía una pequeña "bajada de pantalones". Si no, anunció Virgin, en caso de que el Gobierno se convirtiese en el proveedor temporal (una especie de pseudo-nacionalización), lloverían seguramente las acciones legales. El Gobierno acabó aceptando la primera opción, manteniendo el status-quo, quizás por la sensación de miedo al fracaso que Virgin había creado durante todo el proceso.
A la gente le gusta poder elegir, aunque en el fondo sepan que hay opciones que jamás tomarían. A nadie le gusta que le digan lo que tiene que hacer. Pero se les puede ayudar a que tomen la decisión acertada, claro.
Romana Henry
Senior Consultant