Estaba un hombre en su moto Harley cerca de una playa de California, cuando de pronto el cielo se ennegreció y, con voz atronadora, Dios le dijo: "Has sido fiel a mí siempre y por ello quiero concederte un deseo".
El motorista se hizo a un lado de la carretera y dijo: "Construye un puente a Hawaii para que pueda ir en moto siempre que quiera"
Dios respondió: "Tu respuesta es materialista; piensa en todas las dificultades que esa empresa conllevaría: los pilares para alcanzar el fondo del Pacífico necesitarían enormes cantidades de hormigón y acero. Puedo hacerlo, pero me resulta difícil justificar que desees semejante cosa. Tómate tu tiempo y piensa en algo que pudiese ayudar a la humanidad".
El motorista pensó mucho su respuesta y finalmente dijo: "Dios, deseo que yo y todos los hombres, podamos entender a las mujeres; quiero saber cómo se siente por dentro, en qué está pensando cuando está callada sin hablarme, cuando llora, qué piensa de verdad cuando dice que no le pasa nada, por qué se enfada cuando intento ayudarle y cómo puedo hacer verdaderamente feliz a una mujer"
A lo que Dios responde: "¿Prefieres dos o cuatro carriles en el puente...?"
En noviembre de 2012, tras deliberación del Sínodo General, la Iglesia de Inglaterra decidió no permitir a las mujeres ser ordenadas obispos. La propuesta había sido aprobada en sendas votaciones entre los pastores y los obispos. Fue sin embargo la votación del Sínodo, en la que participan los feligreses laicos la que, por un puñado de votos, tumbó la propuesta. El resultado dejó a la Iglesia desmoralizada sobre su capacidad de actuar y de adaptarse en la sociedad moderna.
Imaginemos un cirujano que comenzó a trabajar cuando en el hospital todos los trabajadores eran hombres y que, incluso una vez que esto cambia, sigue pensando que sólo los hombres pueden ser buenos médicos. Sería increíble que su superior en el hospital, en vez de meterle en cintura, le permitiese trabajar sólo con hombres u obligase a una médico jefa de cirugía a delegar la supervisión del departamento a un hombre.
La buena noticia, para aquellos a favor de permitir que las mujeres sean obispos, es que el Parlamento Británico ha afirmado que, si la Iglesia de Inglaterra no modifica su postura, se encargará de obligarle a cambiarla.
Todo este debate ha sido como de otro tiempo, sobre todo el rifi-rafe entre el Parlamento y la Corona. Parecía que en cualquier momento podía aparecer la Reina con su cetro y mandar detener al portavoz parlamentario.
Lo cierto es que la idea de que el Parlamento o el Gobierno pudiese meter en vereda a la Iglesia resultaba atrayente para los diputados y para una gran parte de la ciudadanía. Pero en el largo plazo, no creo que ésta fuese una buena solución.
Todo lo que no sea una solución consensuada con la Iglesia de Inglaterra acabaría por alejarla todavía más de la sociedad, dividiría a sus congregaciones y terminaría por crear malestar también en la sociedad. Esperemos que en esta ocasión Dios sea capaz de tender el puente, tenga dos o cuatro carriles.
Alan Smith
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