Comen muchos cacahuetes en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA cuando se acerca un aterrizaje en Marte. La tradición viene de lejos, del 31 de Julio de 1964, cuando la nave no tripulada Ranger 7 tenía por misión sacar fotografías de la superficie del planeta vecino y después estrellarse. Hay que tener en mente que, sólo uno o dos años antes, el Presidente Kennedy había prometido que, en una década, los hombres serían capaces de aterrizar en la luna y volver sanos y salvos. La misión parecía fácil, pero los ingenieros de la NASA estaban terriblemente nerviosos. Las seis naves Rangers 1-6 habían fracasado en su intento.
Es interesante analizar como una promesa clara y bien definida como la llegada a la luna tuvo el poder de movilizar a toda una nación y sobre todo a una organización (la NASA) para lograr el objetivo. Kennedy fue asesinado el 22 de noviembre de 1963, pero su visión persistió bajo la presidencia de Nixon. No deja de ser paradójico que el aspirante que fuera derrotado por Kennedy en las elecciones del 60 fuera capaz como presidente de llevar a buen puerto el sueño de su predecesor.
Compare la NASA de los años sesenta, cuando hasta los trabajadores de la limpieza creían estar ayudando al objetivo de viajar a la luna, con la NASA de los ochenta y de los noventa. Durante esos años, la agencia tuvo objetivos ambiguos, sujetos a presupuestos cambiantes según intereses electorales. Los accidentes, en algunos casos fatales, habían mermado la inversión en viajes espaciales. Parecía no haber liderazgo, ambición u objetivos claros.
La situación parece haber cambiado en los últimos años. Obama ha afirmado públicamente el objetivo de llegar a Marte en 2030; la sonda Curiosity, sigue caminando con sus patas metálicas sobre la superficie del país marciano, enviándonos fotografías de lo que parece un desierto rojo. Otras naves no tripuladas se acercan a otros puntos de nuestro sistema solar, como Mercurio, Júpiter o el asteroide Ceres. Parece que la NASA ha recuperado su "mojo". La NASA está guiada de nuevo por una serie de objetivos y metas.
La historia de la NASA nos da una lección sobre la que los negociadores deberían pensar largo y tendido. Si uno no ha preparado una lista clara y definida de objetivos priorizados, antes de entrar en una negociación, entonces el fracaso está garantizado.
¿Y qué pasa con los cacahuetes del Laboratorio de Propulsión? Resulta que uno de los controladores estuve todo el tiempo comiendo cacahuetes durante la misión del Ranger 7, que termino siendo exitosa. Los compañeros pensaron que el secreto debía estar en los cacahuetes, ¡y han seguido comiéndolos hasta hoy!
Robin Copland
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